miércoles, 12 de enero de 2011

Los jeans me aprietan (¿las medias me dan calor?)

Aquel que crea que las Fiestas ya pasaron, se equivoca completamente. Lamento decepcionarlos pero las fiestas no pasaron: se quedaron todas en mis muslos. En lo poco que va del año que corre (cosa que yo no hago), tengo en mis caderas a Papá Noel, los Reyes Magos, los camellos, José, María, un pastor que le cubría los francos a José, el espíritu santo, las palomas, la estrella de Belén y un Mantecol (¿me querés decir cómo a alguien se le ocurrió inventar el Mantecol con el sólo propósito de hacerme adicta?).

Lejos estoy de hacer un racconto de lo que comí durante el 24, 25, 31 y 1 (y los días en el medio por todas las despedidas del año), sino que ante una situación vivida en la mañana me puse a pensar. Ya sabemos que pasa cuando eso pasa. ¡Cuando yo te pienso, te pienso!

Hoy estaba algo fresquito, y dije "me voy a poner el jean azul". Es un jean que me queda cómodo, que está bueno porque es azul y va con todo. Paso una pierna, paso la otra y subo el pantalón. ¿Subo el pantalón? No sí, sí...el pantalón sube. Sube pero no como antes. Cierro un botón, cierro el segundo y cierro todos. Camino. Camino y lo siento raro. Freno un poco. "Seguro que está recién lavado", me justifico. No, no. No está recién lavado. Viene la parte de la "estocada". Un paso laaargo para adelante y hasta abajo para estirarlo un poco. Ahora la otra pierna. Pero nada. Sigue igual de incómodo.

Estamos ante el momento de inflexión: ¿seguir con la incomodidad del jean azul como recordatorio de la dieta a la que tendré que someterme u optar por un pantalón más cómodo y salir como si nada (ni siquiera Papá Noel) haya pasado? Acá es donde empecé a pensar.

La Real Academia Española (RAE - que a veces se pasa de lista) define a la incomodidad, como "falta de comodidad". Como soy más asusta que la RAE, busqué comodidad y cómodo (pues la inteligente RAE la definió como "cualidad de cómodo"). En fín, cómodo es: conveniente, oportuno, acomodado, fácil, proporcionado.

Mi jean no era conveniente ni oportuno, distaba de ser acomodado y fácil, y menos que menos proporcionado (a las caderas con los camellos). O sea, incómodo. Y ahí estaba yo y mi jean no proporcionado (claramente, el jean, no yo) y tenía que tomar una decisión: ¿la incomodidad o la comodidad?

La incomodidad genera movilidad. Si uno no está cómodo con lo que está viviendo, con lo que le está pasando, con lo que está siendo y haciendo, y pensando y sintiendo, cambia o intenta cambiarlo. La comodidad, es un arma de doble filo. Por un lado, es muy placentera. ¿Qué mejor que estar cómodo con la vida de uno? Sentirla fácil, proporcionada, oportuna. ¿Qué más me gustaría en este momento que el jean azul me quedara bien? Sin embargo, la comodidad también puede llevar al sedentarismo. "Así, estoy bien, estoy cómodo" escuché decir a alguien, cuando segundos antes me decía que con su pareja ya no pasaba nada y que eran "como amigos". "Yo la quiero, no me mata de amor, pero me da cosa cambiar todo, romper la relación, separar las cosas", dijo segundos antes de decir "estoy cómodo".

Si vamos a sentirnos cómodos sintámonos cómodos positivamente. Sintámos que la vida no podría ser de otra manera a cómo la estamos viviviendo y no con resignación por aceptar lo que nos "tocó". Sintámonos cómodos con el silencio que no molesta, con las palabras que no duelen. Sintámosnos cómodos con el trabajo que motiva, con la pareja que enamora, con los amigos que no fallan. Sintámonos cómodos a sabiendas que esta es la vida que quiero vivir. Sino, no es comodidad: es sedentarismo.
 
Lo incómodo mueve, hace crecer, hace feliz. Nadie dijo que es fácil, y no es fácil ¡justamente porque es incómodo! (ver RAE), pero cuando algo nos resulta incómodo es señal de que las piezas del gran rompecabezas que somos, no están bien acomodadas. Es síntoma de que algo tenenemos que cambiar para estar mejor, como queremos estar.

Hoy me dejé el jean azul para recordármelo todo el día.