lunes, 24 de junio de 2013

La otra cara de la luna

No voy a hablar de un disco de música o de astronomía. Entiendo que la otra cara de la luna es la que no vemos. Pero yo veo otra: una cara de la luna con forma de cara de la luna.

Desde el hemisferio sur yo veo una cara. De humano. Es más bien como la de un bebé sorprendido. A veces a 45°, a veces más recta  pero siempre la misma cara del bebé mirándome. La cara se compone por sus correspondientes dos ojos, su nariz pequeña en forma de herradura, una boca abierta sorprendida y rosácea en sus pómulos jóvenes. Recién nacidos.

Una vez le conté a alguien que veía esa cara en la luna y cuando terminó de reírse me dijo que él no la veía. ¡Y yo no podía entenderlo! Está ahí: ojos, nariz, boca, cachetes colorados. "Hmmm...nop. No la veo". Y yo no podía no ver otra cosa que no fuera una cara. Trataba de ver una luna sin nada, sólo luna. Pero veía (y todavía lo hago) al bebé. 

Un día estuve media hora concentrándome sólo en las aristas más lejanas de la forma amorfa (para mí humanoide, ya dejé clara mi posición) que forman (¿cuantas veces dije "forma"?) los claroscuros de la luna. Y nada. Bebé sorprendido. Otro día, me enfoqué sólo en las partes iluminadas. Bebé con sorpresa y algo triste. También entrecerré los ojos creyendo que la forma oscura se separaría del fondo y me mostraría algo distinto. Resultado: Bebé con cachetes colorados preguntándose porque hay una minita en Banfield que lo mira con los ojos chinitos. Hermann Rorschach creó todo un método de psicodiagnóstico basado en qué vemos en una serie de manchas de tintas. Yo en la luna te veo una cara. 

Hoy estaba volviendo a casa y la luna estaba llena. Tan brillante. Una hermosa cara de un bebé que jamás crece. Quizás porque estoy en una etapa de muchos cambios e introspección (más que nada viceversa), me detuve a mirarla con ganas de ver otra cosa. Con ganas. Esa fue la diferencia. Empecé con ver una mancha puntiaguda arriba, continué por las formas oscuras y terminé viendo algo así como una medialuna de queso dentro de la luna. Fue  solamente un segundo pero logré ver otra cosa. Luego, volvió el eterno bebé.

Creo que para ver que hay otras opciones, muchas veces hacen falta ganas. Ganas para darnos cuenta de que hay alternativas, de que las cosas pueden ser de otra manera y para entender que si yo veo algo que para mí es obvio, no lo es para el resto. Que los demás ven otras caras y ven otras lunas. ¿Es posible entonces empezar a ver todo distinto? ¿Empezar a ver distinto cuando nuestros ojos están tan acostumbrados a ver siempre lo mismo? Nuestros ojos y nuestras mentes.

Los de Recursos Humanos cuando hacen un FODA, a la "Debilidad" la llaman "Puntos de Mejora". Donde la vendedora de ropa ve algo divino, yo veo una pollera ahorcándome; donde el árbitro ve foul, yo veo un jugador buscando el tiro libre; donde alguien ve un pibe con jopo europeo, yo veo a una amiga sonriendo de nuevo; donde yo veo un logo de Skype, otros ven su amor a distancia. Una vez más, cayendo probablemente en la cursilería (un 70% segura) y si se sabe que crisis es oportunidad: Un laburo que no fue es otro mejor que vendrá, un pibe que te lastima es uno menos en la agenda. Donde yo vea suciedad, otros verán belleza. Donde vea caos, otros verán arte. Donde vea tristeza, otros verán el principio de la superación. Y aún sabiendo que todos vemos distinto, y todos tenemos distintas lunas que nos miran, no sé por qué pero estoy un 95% segura, de que donde podamos ver amor todos verán amor. Me guardo un 5% de duda. 

Recién salí al balcón. El bebé me está mirando. Esa es mi cara de la luna. Sin embargo, hoy lo que más me hizo feliz, y también me dio orgullo, es haber sido capaz de poder ver otra.

Una de las caras de la luna