viernes, 23 de septiembre de 2011

No te peinés que en esta foto no salís

No te estoy saliendo bien en las fotos. Hoy vi unas de ese cumpleaños en el que me sentía canchera, atrevida (¡tenía calzas!), dicharachera (palabra que denota que tengo la edad suficiente para que "la calza" haya estado de moda por lo menos dos veces en mi vida) y resulta que soy una cosa medio rara entre hinchada y hemiplégica (porque de alguna forma salí con la boca torcida en todos los cuadros). ¡Y esos zapatitos! ¡Que con la calza me re combinaban! Hmmm, no. Parece que tanto no combinaban.

Es que una fotografía no toma todo el momentum. No están los olores que te sacan con la boca fruncida y la nariz con rayas. Definitivamente no está el chiste que te hace tirar la cabeza para atrás, haciendo que se te vea hasta el arreglo de caries de diciembre del '88. Tampoco se ve en una foto el pensamiento de "¡ahora me venís a mandar un mensajito, nene! ¿Por qué no te acordaste hace dos semanitas?". O el "meneaíto, meneaíto, ahí, ahí, ahí, ahí", que hace que te saquen un primer plano panorámico de tus posaderas digno de hacer un cuadro que reemplace al de 5° B con el San Bernardo en Circuito Chico de Bariloche. Todo eso y más, no está.

Entonces me puse a pensar: Si una foto es un milisegundo de tu vida, además de todo lo que no se ve en la foto,¿qué es lo que faltó en ese milisegundo? ¿La sensación de bienestar es tan sensible que se divide en segundos? ¿Hay que procurar sentirse plena en todos los milisegundos que tengamos en nuestras vidas? ¡Son muchos milisegundos! 

La otra es asumir que no se está plena todo el tiempo. Siempre en un segundo de tu vida te va a faltar el segundo anterior y el que viene también. Y entonces seguí pensando: si tuviese una cámara que en lugar de un segundo, sacara un "momento de mi vida": ¿cuál elegiría?

¡Hay tantas fotos buenas! Esa tarde en el río Correntoso, sentada en una piedra con lápiz y papel, había olor a agua y a bosque, destellos en el agua, y sola yo. O la otra en la que mi hermano me rescataba de un trencito de mexicanos en un boliche en Cancún. Esa noche de Maracujá Sour en Lima. La de la familia la primera mañana en New York con villancicos. Mi viejo dopado con Banfield campeón. Mi mamá haciéndome la estrella de Groc (la que te dejaba si te ibas a dormir temprano). Hay algunas en las que "salí fea": de llantos, de sentirme enferma, de escuchar malas noticias. Esas fotos no las tiro, porque son parte de este álbum, pero prefiero no mirarlas. Creo que elijo una foto de un beso.

Si sacaras una foto de tu vida ahora, ¿qué es lo que quedaría afuera? Lo que hace mal, lo que lastima. Los olores, los recuerdos, las canciones, las películas, las cosas que no suman. Las incomodidades, la envidia, la mala onda. La falta de respeto, sacala. ¡Armate un álbum lindo, pebeta!

A vos amiga, sí, sí, a vos. Dejalo afuera, gritale a los cuatro vientos: "No te peinés que en esta foto no salís". Sos demasiado linda para que te arruinen la foto.


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Instrucciones para comprar un vestido de fiesta

El círculo de amigas de una es chico. Y no es porque es mi círculo: el de Roberto Carlos nunca llegó a tener un millón (de hecho cantaba "yo quiero tener..."). Si sacás a los 357 de Facebook, amigos amigos son pocos. Y cuando una de ellas se casa, todos tus amigos tienen una fiesta.

Con otras fiestas que están fuera del círculo más chico de tus amigos (llamémoslo "del primer cordón"), te arreglás rápidamente: llamás a tus amigas, pedís un vestido prestado y listo. Pero cuando la que se casa es del primer cordón, te das cuenta que TODAS ya pasaron por el vestido azul a pintitas blancas y faja roja y que no está bueno que rotemos esta vez. Hay que comprarse un vestido nuevo.

De los creadores de "comprarse un jean es lo más complicado del mundo" y de los Productores de "Hay 1 vendedora insoportable cada 5 negocios" llega: "Me tengo que comprar un vestido de fiesta".

Una no se compra un vestido: una se compra un momento. Pienso en esa fiesta y me veo: luces, bola de espejos y yo. Yo con EL peinado de diosa total: rulos pero sin frizz, volumen controlado, corto pero largo. Yo con EL maquillaje: fumé negro en los ojos, ¡morocha argentina total!. Yo con EL vestido: Ese que en la foto de mi cabeza es negro-violetáceo o quizás verde manzana, strapless-con-mangas-que-me-tape-el-brazo, ancho para disimular los canapés que vendrán pero ajustado para que me marque el cuerpo. El vestido perfecto: flashes, la noche, Teté. Una princesa. Él, mi príncipe. Y si no hay él, todos caerán rendidos igual: ¡¡¡a ver con este vestido, es más que obvio!!! Una no tiene demasiadas ocasiones para vestirse de gala (este año no voy a la cena de Fundaleu, ni a la entrega de los Martín Fierro y todavía no recibí la entrada al Oscar 2012 - creo que es el Correo que anda mal), así que hay que romperla.

Entonces un día salís a buscarlo: es simple tenés todas las características en la cabeza (¿?). Vas mirando la vidriera con ese "momento" en tu cabeza...y no lo encontrás. Son muy ajustados, muy sueltos, muy poco escotados, muy escotados, muy de feria, muy caros, muy sirena, muy largos, muy cortos. Te probás, te probás y nada.

Piedras en el camino

Al hecho de no encontrarlo se suman personajes de libro que hacen la tarea menos grata:

  1. La vendedora "copada": te pido por favor que dejes de decirme "este disimula el rollo" porque estás haciendo que repare en un rollo que todavía no había visto.
  2. El modelo de moda: Se usa corte sirena, escote corazón y de seda....y toooooooooooodos son así. ¡Y yo quiero otro porque no me interesa la moda, diseñador! Además, sabés que corrés el riesgo de que haya otra con el MISMO vestido. 
  3. La anti-vendedora: - "¿Cuándo tenés la fiestita?" - ("Fiestita", pensás. Es super importante, nena.) - "En noviembre", le contestás. -"Ah, entonces vení más cerca de la fecha porque ahora no podés probártelo: nosotros cuidamos el vestido", te dice. ¡¿EH?! 
  4. La vendedora que más te conoce: te va mostrando ella vestidos según su criterio de lo que te puede quedar bien. Yo quiero pasar percheros y percheros y entrar con muchas perchas al probador.
  5. Tu humor del día: no vayas si estás en esos días. En serio te lo digo. Mirate una comedia romántica comiendo chocolate pero no vayas. En serio te lo digo de nuevo.
  6. Las teenagers: A ellas les queda bien la flor rosa en el vestido de primavera-verano 2012. A vos... ponele.
  7. Las teenagers 2: ¿Tan cortos tienen que ser los vestidos?

En fin, hay muchos palos más y como encontrar ese "momento" lleva más tiempo de lo que creés, me pongo a teorizar sobre la compra de un vestido. Llevar lo empírico a la teoría aclara los pensamientos y te lleva a conclusiones racionales, certeras, profundas y sanas. La realización de una planificación pensada hace que luego encontrar ese "momento" sea mucho más sencillo. Es por eso, que me propuse pasar mis pensamientos a unas instrucciones simples que nos sirvan a todas las que alguna vez nos vimos en esta situación. Y aquí están:

Instrucciones para comprar un vestido de fiesta


1- Que todo te chupe un huevo, total después del carnaval carioca vas a terminar transpirada, en patas, con el maquillaje corrido y feliz. Fin.

A partir de este momento voy a seguir las instrucciones y procurar que ese momento de princesa, diva total, las luces, EL maquillaje, EL peinado, EL vestido se vean a simple vista en mi a veces de moda, blanca, amplia y escotada sonrisa.