viernes, 20 de diciembre de 2013

El amor en los tiempos de las galletas de glúten

Hace tres meses que estoy a dieta. Por suerte, el sacrificio (más para una persona para la que comer es un placer y no una necesidad) dio sus frutos.

La dieta trae consigo una considerable cantidad de efectos colaterales. A saber:
  • Irritabilidad
  • Tuppers
  • Baba ante un vaso de cerveza
  • Más tuppers
  • Relación amor-odio con la balanza
  • Cumpleaños con tuppers
  • Valoración del gramo como medida de peso (100 grs menos son 100 grs menos)
  • Empleo más frecuente de las palabras: proteica, desintoxicante, retención de líquidos y descremado.
  • Galletas de glúten
Las galletas de glúten con mermelada light de la mañana se conviertieron en la pastafrola de mis sueños. Dos galletas con una cucharada de té de mermelada (de naranja o frambuesa). "¿En serio pensás que extraño los alfajores de chocolate blanco? ¿Vos probaste estas galletas?" Ante la nada de harinas, azúcares, adrenalina y pasión, las galletas se convierten en tu momento de placer diario. Triste. Real. Al menos para mí en estos tres meses.

¿Cómo elegir un paquete de galletas de glúten?
  1. Elección del tipo: el papá de Romina (la del Chino) siempre las pone en el estante más alto por lo que se dificulta pero, en puntas de pie, observo todas las variantes que hay (con semillas, dulce, sin sal, light) y elijo.
  2. Verificación de daños previos: una vez seleccionado, se agarra el paquete (no tenemos 15 años, no hagan chistes fáciles) y se tantea (dale, en serio, somos grandes) si hay alguna galleta rota. De haberlo, se cambia el paquete hasta encontrar el que más nos cierre.
  3. Ubicación en el chango y traslado: Recién comprado, se lo cuida. Se lo ubica en lo más alto de la pila de productos, se trata de no pegarle con nada, no romper ni una galleta. Buscamos que llegue sano hasta que entra a casa.
  4. Uso: Cuando el paquete se abre y se empieza a comer, van surgiendo diversas cuestiones. Entre ellas:
    • Torpeza al retirar alguna galleta rompiendo las aledañas.
    • Descubrimiento, al retirar una tostada, de que hay muchas rotas en la fila del medio (incomprobable con observación simple).
    • Galletas quemadas.
    • La grata sorpresa de galletas más grandes.

Cuanto más "defectos" encontramos en nuestra Chocotorta (paquete de galletas) menos cuidado le damos. Empezamos a manejar el paquete con torpeza, lo golpeamos a veces contra la mesa, no lo cerramos bien para que no se humedezca y recurrimos al broche de ropa. Pero seguimos comiendo. 

Armamos con pedacitos de galletas una grande. Le tomamos cariño a la quemada. Porque nos gusta. 

Viendo y escuchando hablar de relaciones amorosas varias, en el medio de la góndola del Chino de Romina, me di cuenta de esto: las relaciones son como los paquetes de galletas de glúten. En parte porque que dan placer (por lo menos a mí...bueno, son mi Brownie, banquen), y en parte por cómo actuamos.

Elegimos lo que más nos cierra y lo creemos perfecto. A medida que avanzamos nos vamos dando cuenta que no todo lo es: que hay defectos, que hay cosas que están rotas, otras que vamos rompiendo por descuidos, y también que hay sorpresas que no vimos en un primer momento y que hacen que nos guste más.

El seguir optando por las mismas galletas de glúten puede responder a distintas razones. Hay quienes lo hacen por necesidad (la triste realidad de quienes no cambian de paquete porque son mantenidas/os, por costumbre, por miedo...¡por dieta!), y hay quienes pasan a amarlas y a elegirlas (aún ante un paquete de galletitas Sonrisas) porque les hace bien, los alimenta, los llena de manera sana.

Cuando dejemos de disfrutar las tostadas, por favor, hagamos un parate frente a la góndola y pensemos qué queremos elegir. La opición siempre está y opciones simpre hay. Yo hoy desayuné tostadas (dos, con mermelada light de frambuesa).