miércoles, 4 de marzo de 2015

No te cobraron el gol

Están los jugadores estrella y también lo no reconocidos, los inmerecidamente olvidados, los “dedo chiquito del pie de la vida”. Esas personas que no es que no hacen goles, sino que los hacen pero no se los cobran. ¿Qué es mejor? ¿No hacerlos o que no te los cobren? ¿Hace ruido el árbol que cae cuando no hay nadie para escucharlo?

Hasta el espíritu más altruista necesita un reconocimiento del  otro: un guiño, una caricia, una palmada en la espalda, un bomboncito Cabsha de vez en cuando. No digo que hay quienes hagan las cosas desinteresadamente sin esperar una recompensa a cambio (siempre una recompensa es a cambio de algo, Laurita) pero, ya lo discutieron filósofos de la talla de Phoebe y Chandler de Friends: hasta la acción más desinteresada tiene una recompensa. Sentirse bien por la tarea hecha es una recompensa, ¡vamos!

Entonces, ¿no es terrible cuando encima sí hacés algo para que te lo reconozcan y nadie lo hace? ¿Cuándo es que no te cobran el gol? ¿Cómo pasa sólo que ven cuando marrás el penal?

Vamos a ejemplos empíricos que demuestren mi hipótesis:
-          Te maquillaste como una puerta y te pusiste ESE jean elastizado. Hace ya varios meses que no te ves tan potra. Esta noche es tu noche. Es un partido ganado. Te encontrás con tu amiga y en el taxi te dice: “che, estás re demacrada”. No cruzó la línea de gol, señorita.
-          Te mataste a dieta un mes y bajaste 2 kilos. Y uno/a te dice “¿posta? Yo te veo igual”. Siga, siga. Saque de arco.
-          Hace 2 semanas que estás haciendo la presentación más importante de tu carrera. Es el trabajo más claro y coherente que armaste. Es un gol olímpico. Tu jefe/a te dice: “Sí, está bien. Yo cambiaría esto, esto y esto. Y de la slide 24 a la 60 porque ahora el foco es otro”. La mitad de la pelota quedó afuera, querida.
-          En un esfuerzo (¿?) de creatividad llegaste a 300 seguidores en Twitter. Tu chispa es explosiva. Tu vecino, que es medio opa, te dice en el ascensor que tiene 1348 porque postea los horarios del Roca. Orsai, no vale.
-          Te mandaste una lasagna a la bolognesa que se come sola de lo buena que está. Llega tu invitada y te dice “me hice vegana, gordita”. No lo cantés.

Y así la lista sigue. Hay varios goles que no te cobran. Que vos sabés que fueron, que no hay chances de que no hayan sido. A veces, los demás no te los cobran por envidia, por vagancia, por poco observadores, por colgados. El reconocimiento de ese otro que no llega es mucho más que un gol no cobrado, a veces, es un gol en contra.

Por eso, lo importante es que cuando vos estés contenta con un logro (cualquiera que este sea, que te quedó bien el café con leche, no sé), te agarres fuerte la camiseta con la derecha – o con la zurda – y que con un movimiento ascendente hacia tu boca, la beses fuerte y luego grites con toda la energía que te sobró: “GOOOOOOOOOOL, NENAAAAA, GOOOOL