miércoles, 4 de febrero de 2015

A pasitos de la estación

Hace unos años que estoy lista para mudarme. Queriendo que esto pase. Por múltiples razones: por amor, por proyecto, por querer crecer. Y el momento llegó, está acá, "a pasitos de la estación". La que no va a estar a pasitos de la estación soy yo.

Muchas (y distintas personas) me han dicho que me cuesta soltar. Y puede ser.Y es, de hecho. De todas formas, "soltar" es algo que hoy está de moda. Antes, cuando yo era chica, no se "soltaba". O quizás, y sencillamente, yo no tenía tantas mochilas encima como para tener que "soltar" algo. Iba más liviana. Las cosas se acumulan cuando vivís más años.

Y puede ser, entonces, que me cueste dejar ir las cosas. Por ansiosa que soy, la nostalgia me agarra antes de que las cosas siquiera sucedan. Hoy, sin ir más lejos, le dije a mi mamá por teléfono "no voy a ver las hojas de los tilos caerse en otoño". Literal y así de cursi como suena. Mi mamá, con esas frases bien de una madre, me dijo "vas a ver a los Patricios en invierno, no jodas".

Y no es que lo que viene no sea mejor o que no lo añoro hace mucho tiempo: simplemente, lo que tengo ya es bueno (y qué bueno que así sea), y es por eso que también me va a costar dejarlo ir. ¿Estoy contenta de mudarme? Muy mucho.

Y es entonces que, voy a tener que soltar "la estación". Literal estación. Quien alguna vez vino a mi casa, la sintió temblar con el paso de el tren. Dejar ir la plaza. Hacer volara  la llamada mensual al 911 por los chochumas de esta misma plaza. Soltar a los que viven abajo del puente y sacan agua en la puerta.

Como dije, dejar ir los tilos. En primavera juego a ver salir los primeros brotecitos de las hojas. Y siempre me "ganan" porque ese día en que no les presto atención, florecen y me lo pierdo.

Dejar ir llamar a mis amigos que viven cerca y decirles "¿qué hacés hoy?". Despojarme de visitas inesperadas, de llenar la casa de gente que quizás no conozco, de zapadas raras. Eso de salir al supermercado y cruzarme con 7 conocidos y saludarlos a todos. Eso que tiene el barrio, lo voy a soltar.

Desacoplar el comer a cualquier hora, limpiar si quiero, no hacer la cama. Soltar una casa que me recibió a los 5 año y después a los 25, a mí y a una gata, y que me costó sentirla propia al principio.

¿A mí sola me cuesta soltar el barrio? ¿Soy la única que repara en "las últimas veces que..."? Una vez, en otra ocasión, comenté que "la primera vez está sobre valuada" y que muchas veces no reparamos en la última. Esta es mi última semana en una casa. Sí, sí, en cuatro paredes en las que fui muy feliz. ¿Por qué dejarlas ir sin más?

Los que lean esta nota y recuerden mi departamento, por favor, piensen si no tuvieron un momento feliz en él. Lo sé, es lo más.

Como dije más arriba: lo que viene será mejor aún y esperado con mucho amor. Mucho amor. Y haré de otras cuatros paredes mi casa. Hoy sin embargo, a vos, 2° A, te digo: Gracias.